Por primera vez quise que se retrasara un vuelo

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Entre el 20 y el 22 de junio de 2022, por invitación de la Dirección General de Movilidad y Transportes (DG MOVE) de la Comisión Europea, participé en el Congreso Mundial ATM, que tuvo lugar en Madrid. Acepté los vuelos Bucarest - Amsterdam (KLM); Ámsterdam - Madrid (Air Europa) y Madrid - París - Bucarest, ambos tramos con Air France.

En esta ocasión, marcamos varios eventos por primera vez. Volé por primera vez con el Boeing 787 Dreamliner de Air Europa. Usé Internet en Air France, KLM y Air Europa. Volé por primera vez con un Airbus A220-300 de Air France y volé por primera vez en clase ejecutiva en vuelos de Air France. Sobre estas experiencias en otro artículo. Pero volvamos a mis vuelos a/desde Madrid.

Presentación de un Air France A220

Mi pasaporte me ayudó a ganar tiempo.

No tuve problemas en la ducha. Los vuelos evolucionaron a tiempo, con un margen de 15-20 minutos de retraso. En Bucarest, pasé rápidamente por las colas en el check-in y el control de equipaje. En menos de 45 minutos ya estábamos en la puerta de embarque. En Amsterdam, tuve que darme prisa para ponerme al día, aunque tenía 2 horas. Gracias a mi pasaporte, no tuve que hacer colas interminables en las oficinas de control de documentos en Bucarest o Amsterdam. Fui directamente a las puertas automáticas e incluso gané un tiempo valioso.

despegue de Madrid a bordo de un A220-300 de Air France

Pero el regreso estuvo lleno de emociones y aventuras. La escala en París fue de una hora, información que me emocionó de todos modos, conociendo la locura de los aeropuertos. Y para ponerlo aún más divertido, el avión que realizaba el vuelo París - Madrid partió con un importante retraso de París, retraso que persistió e incluso aumentó en el vuelo de regreso Madrid - París. Aterricé en Paris CDG en el momento en que ya tenía que despegar para Bucarest. Me resigné a la idea de perder el vuelo de conexión y me reconcilié con la idea de pasar una noche en París.

quería que el vuelo se retrasara

Sin embargo, quería que el vuelo de Bucarest se retrasara. Partiendo de esta esperanza, traté de llegar a la puerta de embarque. Pero como no conocía la Terminal 2E del aeropuerto de París CDG, mi camino hacia la puerta de embarque del vuelo procedente de Bucarest se hizo aún más complicado. Me equivoqué de dirección en la terminal, me equivoqué de puerta. Los paneles informativos ya anunciaban que el embarque en el vuelo procedente de Bucarest estaba cerrado.

Recibí cupones de alojamiento, comida y cambio de ruta en otro vuelo

Al ver esto, me dirigí a un mostrador de información dentro de la terminal. Mostré el problema del retraso del vuelo desde Madrid y en teoría no pude coger el vuelo de conexión, momento en el que solicité los oportunos. Sin escándalo, incluso con una buena palabra y una broma, recibí alojamiento en el hotel, recibí un vale para comida y cambio de ruta en el vuelo de Air France más cercano a Bucarest, que era a la mañana siguiente. Como dije en otras ocasiones, mantén la calma y busca soluciones. ¿Qué podría hacer en este caso? ¿Argumentar? ¿Con quién?

Finalmente, solucionado el asunto y con los documentos recibidos, me puse a caminar por el aeropuerto y aún busqué la puerta por donde, en teoría, había salido el avión de Bucarest. Encuentro la puerta, pero no presto atención. Me fascinó la vista desde la terminal sobre las pistas del aeropuerto. Hablando por teléfono con un buen amigo, me informa que el avión de Bucarest no despegó, momento en el que vuelvo a la puerta de embarque y encuentro al personal todavía presente. Les digo que estoy buscando el vuelo de Bucarest, y la señora me confirma que el avión todavía está en el fuelle. Él hace mis trámites de embarque y así es como subo al último avión.

¡Mi deseo se cumplió!

Pero sorpresa, el avión ya tenía una hora de retraso cuando lo abordé y todavía no mostraba señales de despegar. Fue el momento en que me alegré porque el avión se retrasó y no importaba que me quedara una hora más hasta el despegue. Llegué a Bucarest con dos horas de retraso, lo que ya no importaba. ¡Estaba en casa con mi familia y mis hijos!

Y no, no éramos elegibles para compensación. Si el retraso fuera de más de tres horas, también solicitaríamos los derechos monetarios, que ascienden a 450 euros por dicho vuelo.

De esta experiencia aprendimos lo importante que es estar tranquilo, comunicar y encontrar soluciones en situaciones de crisis. Importa conocerse derechos de los pasajeros aereos y pedirlos cuando estemos justificados. Es muy importante creer en nuestra oportunidad y no perder la esperanza aun cuando todo parezca perdido. ¡Fue una experiencia con final feliz!

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